Os dejo aquí el último artículo que he escrito para la sección histórica del periódico de Lavapiés.
Espero que os guste.
A diferencia de otras grandes ciudades como
Roma (cuya supuesta fundación está establecida el 21 de Marzo del año 753 antes
de Jesucristo), nuestra querida Madrid posee un origen incierto. Si comenzó de
forma discreta siendo apenas una fortificación musulmana al servicio del emir
Mohamed I en el siglo VII después de Cristo, para mediados del siglo XVI el rey
Felipe II decidiría establecer a la Villa y Corte como capital de nuestro país.
Esto hizo que nuestra querida ciudad experimentase
un significativo crecimiento de población. Diariamente acudían a Madrid gentes
que procuraban alcanzar una vida mejor, mercaderes que deseaban vender sus
productos o personas que acudían a resolver sus problemas burocráticos. Fue así
como comenzaron a aparecer diversos albergues, hosterías y posadas que daban
cobijo a todos aquellos viajantes que lo precisasen, sin embargo, no eran
muchos los lugares que, además de cama, ofrecían comida, lo que propició la
creación de los mesones para poder alimentar a toda la población que pernoctaba
en posadas.
Miguel Simón Paredes abrió entonces el
mayor y más amplio de todos ellos estando ubicado cerca de la actual Plaza de
Tirso de Molina (antaño Plaza del Progreso). A este mesón acudió gente ilustre,
en parte por su ubicación en una de las subidas al burgo medieval y en parte
por la calidez de sus vinos de Arganda, sus aguardientes de Chinchón y sus
gallinejas (una comida muy demandada para aquel entonces). Tanto progresó el
bueno de Miguel que su mesón llegó a dar nombre a una de las calles de nuestro
barrio: la Calle del Mesón de Paredes, que al principio era conocida tan solo
como Calle del Mesón, llegando hasta el cruce con Cabestreros.
Era justamente ahí donde se encontraba el
Monasterio de Santa Catalina de Siena, fundado en 1510 y que merece una mención
aparte. En esta misma calle, en el número 2 nació en 1665 el arquitecto José de
Churriguera que creó el estilo que lleva su nombre: churrigueresco, y que podemos apreciar en la fachada del Museo
Municipal de Madrid o en la de la
mismísima Plaza Mayor de Salamanca.
En el número 13 se levantó en 1830 la
Taberna de Antonio Sánchez, especializada en tauromaquia (sus tres primeros
dueños: Antonio Sánchez, Colita y Cara Ancha fueron toreros del siglo XIX) que
hasta inspiró una novela: Historia de una
taberna, de Antonio Díaz-Cañabate.
El cronista de principios del siglo XX
Pedro de Répide nos cuenta que en esta calle existió una pastelería cuya fama
se extendía por no solo toda España, sino gran parte de Europa. Era ya famosa
en los tiempos de Quevedo y los pasteles que allí se podían degustar no tenían
nada que ver con los de ahora: eran empanadas y pasteles rellenos de carne al
más puro estilo medievo.
Numerosas agencias de amas de cría así como
una fábrica de zambombas y panderos ubicada en un piso bajo era lo que podíamos
encontrar a lo largo de esta calle durante la primera mitad del siglo pasado.
Podemos añadir que en esta calle, hacia el
final, se levantaba el Hospital de Nuestra Señora de La Inclusa, o solamente La
Inclusa, que era donde se recogía a los expósitos.
¿Que qué es un “expósito”? Pues un bebé recién nacido y expuesto, es decir,
abandonado. Este hospital, que a partir de 1790 fue refundado como la Casa de
Maternidad (y cuya actual ubicación es en O´Donnell) tenía el principal
objetivo de “evitar los abortos y otras
perniciosas consecuencias que puede acarrear a la mujer el deseo de ocultar las
faltas cometidas y el de proporcionar asilo a las menesterosas que se hallen en
período de gestación”, como podemos leer en el documento original que
guarda la Biblioteca de Madrid en su página web www.bibliotecavirtualmadrid.org
Dicho hospital sufrió una serie de reformas
en 1924 y para 1934 se decidió su traslado al lugar donde se encuentra hoy día,
sin embargo, el comienzo de la Guerra Civil hizo que dichas obras se detuvieran
sin llegar a finalizarse hasta 1956. En ese intervalo de tiempo, concretamente
en 1943 (el día 23 de Septiembre, si queréis más exactitud) nace en dicho allí
Julio Iglesias, ya sabéis, el que se olvidó de vivir por el amor de esa mujer.
No puedo cerrar este artículo sin mencionar
a las Escuelas Pías de San Fernando, que fue el primer colegio de Madrid
fundado por la Orden de los Escolapios (1729) y que se encargaba de la
educación de los niños pobres, pero ya os digo que es solo una mención y que
este emblemático lugar en el que se levanta ahora la Biblioteca y Centro
Asociado de la UNED merece un artículo en exclusiva que llegará dentro de poco.
Y por supuesto es casi obligado dedicar
unas líneas a uno de los edificios más simbólicos de nuestro barrio, una casa
clásica que aún conserva su encanto y cuya visión evoca al pasado: La Corrala.
Como
veis, es muy difícil o casi imposible abarcar en profundidad todas las
vivencias y desventuras que sucedió en esta maravillosa calle. Trataremos
varios de sus sucesos y lugares más detalladamente en futuros artículos. Hasta
entonces, tan solo podemos imaginar, la próxima vez que nuestros pies nos lleven
a deambular por esta empinada cuesta, todos los sueños y esperanzas, temores,
odios y amores que experimentaron las
gentes que anduvieron allí antes que nosotros.